En Tor Vergata, frente a la puerta del perdón. Allí, dormimos en sacos... ¡Genial!
Nos despertaron dos chicos franceses piropeando a la salida del sol:
-¡Se jolie!...
Isabel dijo:
-Muy "jolie"..., ¡A ver si el Papa nos va a pescar lavándonos los dientes, como en París!...
Corrimos.
Efectivamente, ya empezaba a sobre volarnos con el helicóptero.
Serían las 8. 00 de la mañana.
¡Corrimos...!... A él le hacía verdadera ilusión vernos, ¡y no era para menos la que teníamos nosotros!
Más de 2.000.000 de jóvenes... ¡Menos yo, que ya era... Pero bajita y tal..., ¡colé!
Dos millones, que llenaban todo. El metro, las calles, los parques, colas y colas... Sin agua en los jardines...
57º, sí que los pasamos al sol. Tanto es así que nuestra "capo di grupo", con toda naturalidad, -en medio de una Santa Misa, súper recogidos todos y leyendo en el misal-, se hechó por la cabeza una botella de dos litros de agua de las que el Papa había mandado traernos por camiones.
Y siguió rezando...
¿Calor?
¡Qué más daba!
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