Se lo regalaron los niños a mamá por su 80 cumpleaños. Fueron a buscarlo en coche, a no sé qué pueblo. Le pusieron flores en las alforjas, y lo colocaron en la entrada de casa, -por fuera-.
Y..., a mamá, le dieron una sorpresa...
Después, una vecina un poco rara, se las arrancó, y las dejó allí tiradas. ¡Un disgusto!
Ya no me acuerdo si la cosa se repitió, el caso es que lo metimos dentro, y ahí está. En el balcón, -que aquí llaman pomposamente terraza-.
Cuando se murió mamá con 92 años, me lo traje a mi casa, y la navidad pasada lo decoramos así.
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