Tenía tres años Álvaro cuando ocurrió lo del gato.
Le habían regalado un gatito. Por lo que él cuenta ahora, fue ofreciéndoselo a un montón de amigos y nadie lo quería.
Le habían regalado un gatito. Por lo que él cuenta ahora, fue ofreciéndoselo a un montón de amigos y nadie lo quería.
Entonces llegó a casa con él.
-¿Un gato? ¡Ni lo sueñes, -dijo mamá-, después estaré yo detrás de todas alfombras a ver donde se le ha ocurrido hacer pis!
La información de aquella tarde nos llegaba a través de Barbarita. Como sus padres eran amigos, y en casa estaba al aire libre, venían a buscarla más tarde. ¡Hablaba!...
La información de aquella tarde nos llegaba a través de Barbarita. Como sus padres eran amigos, y en casa estaba al aire libre, venían a buscarla más tarde. ¡Hablaba!...
-Álvarito se ha subido al tejado del garaje y ha tirado el gatito al suelo.
- (...)
-Álvarito sigue en el tejado y ha tirado otra vez el gatito al suelo. Los niños del Cuartel están subidos a la cerca, y aplauden.
-(...)
-Ya le sale un poco de sangre por la cabeza..., Al rato, -entierro, supongo- llegó Álvaro:
-¡Ya está! La merienda.
-¿La merienda?...
-¡Asesino!
Mamá solía gritar más que pegar. Para asustar -dice-. Y asustaba. Con sólo echar mano a la zapatilla..., ¡volábamos!... ¡Si con los ojos sabíamos cuando teníamos que entrar a ver una visita y, cuando despedirnos!
-¡¡¡Asesino!!! llegas aquí con las manos llenas de sangre, de un inocente, y... ¿pides la merienda? ¡Tengo un hijo asesino, no podrá ir a la Universidad! ¡De mayor irá preso!
Le montó un teatro, que ni María Guerrero. Yo colaboré lo mío, ofreciéndome para bajarle a confesar. Y me dijo que sí.
Ella se divertía montando estos numeritos, porque se reía por detrás, y decía:
-¡Pobre chiquillo!, sin que se diera cuenta el niño.
A nosotros también nos lo había hecho.
Di que yo...
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