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sábado, 24 de noviembre de 2012

-“Cambia tú y habrá en el mundo un sinvergüenza menos”



Yo procedía de una familia burguesa, pero con 18 años me pasé al bando de los trabajadores, y allí he seguido hasta que un día la enfermedad te siega la vida.
Y he vuelto, -y no para armar la tremolina, no para morir-, ¡Paz, amo la vida!, -grito con Adriano-.
Tengo "tiempo y memoria", igual que Anguita.
Lo que no tengo es todas las respuestas.
Tener muchas preguntas denota inteligencia.
Las cosas no son nada simples.
Los dos hemos vivido en un ambiente de disciplina..., “del antiguo régimen me dicen a mí”.

Una vez, mi amiga "la artista", me encargó:
-Traemé todos los pollitos que encuentres en "TODO A CIEN".
-Le llevé todos.
Una bolsa de las de basura negras llena. Como cien...
Al verlo me dijo a carcajada limpia:
-¡Qué barbaridad, cien pollitos para el árbol!
¡No me dí cuenta de que tú eres "del antiguo régimen"!... O sea, de cuando se "obedecía al pie de la letra"...
Mi padre no era militar, pero había sido movilizado para hacer la guerra con veinte años.
Y la Guerra Civil estaba demasiado cerca de 1943. Había en mi casa cierto ambiente de disciplina militar, -con las virtudes que adornan ese cuerpo-.

Pienso que:
No soy política, ni fanática que nada.
Me pone mala que haya quien ve la vida por un canuto.
De un lado o del otro, pero por un canuto .
No me interesa el paletismo.
No me interesa la mentalidad de boina enroscada.
Yo no me encontré nunca con el partido comunista.
En 1962, perdí un curso en el colegio y repetí.
En 1963 me pongo a trabajar porque me interesa tener dinero, y porque me aburro sin nada que hacer.
Me pongo a trabajar con hijos de Guardias Civiles.
Niños de caseríos analfabetos, y otros de profesiones liberales.
No veo hambre.
Veo limpieza.
Veo agradecimiento.
Veo cariño.
Mis amigas se pegan la vida padre en sus costumbres burguesas.
Me uno a ellas en todo lo que quiero.
No trato a compañeros de profesión. No es mi idea hacer oposiciones y alfabetizar un pueblo.
Me fijo sin embargo en lo perdida que está la burguesía.
En lo perdida que estoy yo misma. Tan lejos de los problemas del mundo.
Sólo tengo un punto de apoyo: Mi clara vocación pedagógica.
Mi adición al trabajo.
Me apoyo en él.
Me marcho de casa, y me borro el apellido: pasan cuarenta años.
No llego a ser Alcalde de Córdoba.
Ni Secretario General del Partido Comunista de España.
Ni Coordinador General de Izquierda Unida.
Ni diputado andaluz y diputado nacional.
Yo no llego a nada de eso, no pasó de ser un número. ¡Ojalá de los 144.000 señalados!
He luchado desde entonces por la libertad. Por la libertad..., ¡de verdad!
"Si me amais, conocereis la verdad, y la verdad os hará libres", (San Juan 8, 31-32)
Yo también encontré una puerta después de aquellos años de tantas preguntas, me llegó la respuesta:
Alguien me dijo:
-“Cambia tú y habrá en el mundo un sinvergüenza menos.”
Y aquí estoy. Del mundo no he cambiado nada, porque entre otras cosas no se puede.
He cambiado yo. Intento seguir cambiando yo...

viernes, 23 de noviembre de 2012

Manolita Corsini de Ordeig


Tuve la suerte de conocer y de tratar con una enorme entrañable y mútua amistad a Manolita Corsini, en los años que viví en Valencia: 1976-1991.
Tuve la suerte de colaborar activamente en su entierro, este mes, el día 28 hará ya ¡20 años!, y de ayudar a su marido Manolo, que me hizo llorar de emoción, cuando aquellas navidades de 1988, me dió las gracias con un chritsma pintado por su hija Margarita, y una caja de bombones como para un regimiento, de más de medio metro cuadrado, y tres pisos.
Por aquel entonces yo estaba en la cama con una gripe como nunca más la he tenido... A la que se unió una pulmonía... ¡Cogí una llorera!
De su hija Margarita, -pintora de profesión-, recuerdo la siguiente anécdota.
Cuando tenía tres años, fue con su madre a Misa a los dominicos de Valencia. Al marcharse, Manolita, le dió un beso al crucificado que allí tienen, de tamaño natural.
Salieron a la calle.
Al poco rato Margarita preguntó:
-Mamá, ¿Jesús tiene sed? Y ella, aún en "su mundo" le contestó:
-Sí, de almas, a lo cual la pequeña remató:
-Pues yo de mayor, voy a ser muy buena, para que Jesús beba.
Al contarselo a un dominico, éste, le dijo que era muy normal, pues por su boca hablaba el Espíritu Santo. Y le pidió permiso para publicarlo en su revista del colegio. Cuando no se manipula, por la boca de los niños habla el Espíritu Santo.
Manolo era un navegador increíble. Ganó todos los premios en las regatas, "hasta que Manolita me lavó las velas", solía decir. Era un ingeniero con desprecio por el consumismo. "Un pollo pera" que ya, antes de la Guerra Civil, se paseaba por Santander con un deportivo descapotable.
Cuando le conocí, tenía un periquito domesticado. Le sacaba de la jaula y el precioso, se divertía despeinandole. Cuando Manolo se cansaba, ponía su dedo índice estirado y el periquito se posaba en él, y se dejaba guardar...
Y... ¡Manolita!
Manolita era una mujer fantástica. Con una cabeza poco corriente, y un sentido del humor extraordinario.Y un sentido sobrenatural deliciosamente grato.
Lo puso de manifiesto en su libro sobre San Juan, y unos apuntes maravillosos que no sé si se llegarían a publicar, sobre el Antiguo y Nuevo Testamento.
En ésta última ocasión buscó como marco la narración, a través de distintos animales, que se encuentran unos manuscritos...
"Historia de un burrito", cuenta el viaje de San José y la Virgen de Nazaret a Jerusalem...
Yo tenía sus originales. Cuando mis alumnas me veía llegar a clase con aquel archivador, se ponían cómodas...
Recuerdo el pasaje en que llegan a la cueva, y el burro comenta:
"No sé porque salen en todos los belenes a la mula y al buey, ¡si no hicieron nada!, en cambio yo..., acarreé la leña para el fuego, traje... (...)..., y luego me dejaron a dormir en un corral donde solo había dos gallinas viudas"
Cuando no hay animal, se lo inventa. Por ejemplo, Mª Magdalena es la dueña de una gata blanca de angora coqueta y mimosa ... "Bailón", es el oso de un titiretero que cuenta las bodas de Caná... El gallo las negaciones de San Pedro...
-"Era diferente a todas, por eso me enamoré de ella", -me contaba Manolo con la ilusión en presente-..., a los padres de Manolita los habían matado los maquis, y ella trabajaba como meanógrafa. Cuando él la vió en el puerto, con una gabardina blanca, larga..., -que no llevaba nadie-..., y Manolita se reía ruborosa.
Tenían tres hijos, numerarios del Opus Dei, y una hija supernumeraria..., ¡que les dió al menos seis nietos! Para mayor honor y gloria de Dios, uno de los chicos, ingeniero como su padre, se ordenó sacerdote. Tal vez dos, pero entonces, cuando yo vivía en Valencia, sólo era sacerdote Don Manuel. Don Manuel era tan listo que sabía dibujar las ideas. Las ideas abstractas. Él diseñó los jardines del la nueva sede del Colegio Romano. Tan listo, que le tomaban el pelo los de su casa.
Algo parecido a cuando don Álvaro, podía leer dos páginas de un libro, y luego repetirlas de memoria, al revés. ¡Todos a reirse! Esas cumbres, se dan cuando se dan, y para lo que Dios planea...
Así que es fácil comprender lo que me dijo la madre de Chús cuando estábamos rezando ante sus restos mortales:
-"Cómo ha debido de querer Manolita al Señor, para que le haya cuidado así a sus hijos".
Manolo no era creyente, y ese fue el motivo por el que Manolita empezó 30 ó 35 años atrás su investigación sobre la Sábana Santa.
A mí la verdad, lo de la Sábana no me atraía mucho, pero fue conocer a Manolita, por otros motivos, y entré de lleno a no perderme una conferencia.
No había una sola exposición que dejara a nadie indiferente. Siempre se acercaba a su mesa alguna persona que no estaba de acuerdo en algún punto, o que quería alguna aclaración.
Por eso, los domingos por la tarde se solían reunir en su casa grupos de gente joven.
Merendábamos en la enorme terraza, y ella se reía divertida, porque el menú era..., ¡para diabéticos! Ahora me doy cuenta de que le vaciábamos la nevera.
La última conferencia fue sobre:
"Cómo se cumple el evangelio en la Sábana del crucificado".
Y recuerdo que el evangelio de San Juan dice en latín que los lienzon, "sedebant". En el sepulcro, encontraron los lienzos que habían cubierto el cuerpo del crucificado, sedebant. Ella decía siempre el crucificado.
Caían, "descansaban" uno sobre el otro, habiendo desaparecido el cuerpo que envolvían.
Es importante el latín, porque el latín capta la esencia de las cosas.
Si yo digo el Señor tomó "el cáliz", todo el mundo sabe de qué estoy hablando. Pero, si digo "tomó la copa", pues en andalucía tiene un significado muy castizo "irse de copa". De copas.
Su casa fue la sede del Centro de Sindología.
Precisamente aquel jueves 27 de junio de 1988, Manolita había ido al mercadillo a comprar una tela para hacer unos cojines alegres y fue cuando le dió el último "loquesea" al corazón. Por la noche se sintió mal, y llamó a Manolo, -según él tarde-, que corrió a buscar el azucarero, pero ya no dió tiempo de nada. Había llegado su hora.
-Murió en mis brazos, -dijo Manolo-, de madrugada.
A las 8 de la mañana ya estábamos todos en su casa.
Tere Basaldua la arregló con una sencilla sábana blanca y unas rosas de bacarrá naturales que alguien dejó caer sobre ella. A mí me mandaron ir a concretar lo del funeral a la Parroquia.
Mucha paz.
Fue la fundadora del Centro Español de Sindología, en cuya "ceremonia" tuve también la suerte de estar, así que doy fe...

martes, 6 de noviembre de 2012

A Javier Ferrer. Carmen y Pepe, fueron padres de 16 hijos


Javier:

No te acordarás de mí, pero en 1976 yo vivía en Madrid, y era muy amiga de tus padres.

Tu madre le llamaba José...

Carmen, Luis, Carlos, María, Paloma, Ana, Marta, Yordi, Pablo..., así hasta 16..., ¡Qué hermosura!

No.

Más bien ¡qué generosidad!
Cuando se ordenó sacerdote tu hermano Luis...
Las chicas, veraneaban con nosotros en Montealto. Tus padres nos mandaron sendos taxis, para que fuéramos a la Basílica de San Miguel, nosotras, y vosotros, los chicos.

Nos colocamos en una especie de tribuna a la derecha del altar. Rezábamos. Uno de vosotros no pasaba el pequeño evangelio. Tres minutos, cinco, diez....

¡Es que estaba leyendo el pasaje de la casta Susana..., y los viejos pervertidos..., y no era cosa de dejarlo a medias!...

¡Nos reímos!...

Después tus padres nos mandaron el postre, para que lo celebráramos.

Yo no sé cuantos chicos estaríais en El Prado, pero en Montealto éramos cien.

La generosidad de tus padres, no tenía límites...

Y Luis..., ¡qué gracioso! Le dijo a tu madre el día anterior:

-¿Cómo quedamos?

-Pues, aquí, en la puerta de Diego de León...

-Sí, con esta faldamenta..., -dijo Luis, -refiriéndose la recién estrenada sotana-. Tu madre me contaba, ¿y cómo creerá este hijo mío que va a vestir a partir de ahora?

Hace muchos años que no os veo a ninguno. Sé que murió vuestro padre.

Que María vivía en Valencia, Paloma en La Coruña, y Ana en Inglaterra...

Vuestros padres, volvieron a América...¿Es así?

lunes, 5 de noviembre de 2012

El Estudio. Mayo del 68...


Foto "retro"...
1963, sentados en las escaleras principales de Casino, -que ya no existe dónde estaba-, ni tiene el ambiente que tenía.
Ahora hay dos sedes: Una de verano, piscinas..., canchas de tenis... etc...
Y otra de invierno. Jugar a las cartas... y no sé que más, porque no he ido.

______________________________

¿Os acordáis?:
Cristy, Mariasun, Peté, Marga, Encarnita...

"Esta guardilla es un jardín.
Marga, y Cristy son dos rosas,
las demás niñas capullos,
y nosotros mariposas, que vamos
tras de ellas, en esta guardillita que
tanto la queremos...
Cuándo seamos mayorcitos,
y nuestros cuerpos se hagan gordos,
no olvidaremos jamás.
Lo bien que lo pasamos, en
esta guardillita,
que tanto la queremos"...

Sería el año 1965, ó 1966, con Álvaro Marino, Antonio García-Escudero, y "El Parris"...
En El Estudio: Mayo francés, 1968.
¡Cómo siempre, adelantadas a la moda! Álvaro se inventó la canción, -y María D. dice que éramos un poco... horteras. ¡De eso nada!, Álvaro me decía que nunca había visto una cosa tan inocente, y que en esta vida no había que tener miedo a las palabras, sino a los hechos. El lema de Mrga era: "En esta vida, se puede ser de todo, menos horteras".
Mamá dice: De todo, no.

A mi padre, le ponía malo que usásemos esa palabra:

-Buscad otra palabra que sea más adecuada...
Álvaro, -que entonces era consejero de SNIACE-, nos la cantó en El Saja, tomando aquellos desayunos con “Benjamín”, aquellos aperitivos… De ahí salían luego los planes: Concurso de tortillas, de canapés…, en el Estudio de Encarnita…

Ya estamos todos mayorcitos, y a alguno el cuerpo se le ha hecho gordo. Hemos estado enfermísimos: Antonio a la muerte. Ha muerto y soltero "el Parris", precioso. Nos hemos quedado viudas… Cristy, Mili-Mari, Carmen Cavadas, Marisa Camba, Raquel Pascual…
Tenemos nietos. Y muchísimos hijos del espíritu... Han muerto las partidas de parchís, el canastón, y Curra Merino Campos, sí la tía de José Mari Campos, el de la nieta de Franco.
Están en el cielo muchos de nuestros padres. El mío, -al que tan poca gracia le hacía que me casara-... Nuestros sobrinos están renovando la familia, con sus niños, porque,
Cristy: La familia no se destruye.
-¡Crece!
Aunque algunos de nuestros hermanos nos esperen ya en el cielo.
Aunque algunos de nuestros amigos también: En eso no tuvimos suerte, muchos murieron muy jóvenes-.
Sindo, Lipe, Quinín Quintanal, Javier Acha, Mari Pauli, Alejito... ¡Y el imponente marido de Cristy: Carlos, que todo lo que tenía de guapísimo lo tenía de bueno...
Aunque algunos de nuestros amigos estén en busca y captura... ¡Vete tú a saber!
Aunque algunos de nuestros amigos no llegaron a estudiar la carrera que quiso su padre. Tenemos el cielo cada vez más apetecible.

Fui a pasear, y llegué al cementerio: ¡Allí están todos los que yo conocía cuando me fui hace más de 40 años!, a cambiar el mundo... No han desaparecido Mariuca R. de Salazar, Menchu, los Berasategui, Luís R.-Salmones, Gerardo Cavadas, la madre 10 que tuvo Rosy… Están en el cielo.
¡Porque están en el cielo, "no en donde quiera que estés"! Sin embargo, si no lo recordáis...
¡Yo soy vuestra memoria!
Como el hermano gemelo, en la película: “El príncipe de las mareas”. ¡Qué buena! Yo digo que es la película de la sinceridad…, hasta que no sueltas el sapo…
Es hermoso recordar, y dar a Dios muchísimas gracias. Tengo que acabar; me emociona...
“La risa va por barrios”, -decía María-. Hoy por éste, no toca.
Con todo mi cariño.

Blu

domingo, 4 de noviembre de 2012

¡En peligro la identidad!



¡Si salimos normales porque Dios quiere! Cuando yo me fui de casa, mi hermano Álvaro, paso a ocupar mi habitación.
Aún recuerda, 35 años después, casado, con dos hijos, alto grado en el ejército por oposición, además de Profesor Universitario; cómo mamá le metió a ocupar aquella habitación rosa que yo dejé.
Con la cabecera pintada de rayas rosas y blancas.
-Debió de inspirarse:
¡En alguna habitación del Palacio Monegasco! -dice-:
-Y (...) tus muebles: la coqueta, la cama que tenía un cabezal que parecía una peineta.
A punto estuve de perder (...) ¡Poniendo en peligro mi identidad!
Nos lo contaba anoche. 11-5-2002 en una divertidísima tertulia que tuvimos en casa de nuestra madre, después de la Primera Comunión de Inés Ávila Montes.
Estábamos:
Los Ávila, -incluida Paula-, Ingeniero de Telecomunicación, y su hermano Ángel, de 15 años. Los Berodia, con Roberto, de 14 años. Y las niñas. Patricia e Inés.
Fue una tertulia como aquellas que teníamos con los amigos de mis padres hace tantos años, y en la
que entre risas, nos trasmitieron tantas “cosas”.
Nos acostamos a la una y pico de la madrugada. Felices. Ésto es lo que nos quita la tele. Todos hemos dormido “a pata suelta”, porque después de reírse, se duerme así.

sábado, 3 de noviembre de 2012

1963 “Vanidad de vanidades, que todo es vanidad”




1963: En el mes de marzo, empezamos a ir a la playa. A las once salíamos en el coche de Carmen Cavadas. Un Citróen dos caballos, que le había comprado su padre. Lo descapotábamos y, a cantar.
Rosy sentada en el respaldo trasero, y Carmen dándole al acelerador, por aquellas callejas llenas de altos y bajos, parecía la montaña rusa.

- ♫ “No me preocupa ni me asusta el porvenir;
cada diiia, cada hooora, es domingo,
¡Es domingo para mí”!♫

-Rosy: ¡Mi lazo..., qué se me ha caído el lazo! Rosy era, -es-, graciosísima.
No quería ir nunca el tenis:
-Qué me dan todas las pelotas, ya lo verás, que tengo como un imán...,

Yo me empeñé en subir por el acantilado, y, poco faltó para que me despeñara cayéndome hacia atrás.
Carmen lo mismo conducía descalza, que con tacones de diez centímetros. Mili Mari no. Llevaba unos bajos en el coche sólo para conducir.
La playa elegida para el moreneo, era la de Cuchía. De agua limpísima, y solitaria. Tanto que estábamos nosotras solas.
Marila, la imponente prima de Rosy, solía también ir con sus amigas. ¡Nos poníamos..., negras!
Como "protección" usábamos una mezcla de aceite de cocinar con colonia. Algunas usaban vinagre, pero a nosotras nos olía muy mal.
No escribo esto con nostalgia. La nostalgia es el óxido de la memoria. Y me parece que no la tengo oxidada precisamente.

Dicen que hay una época de la vanidad, otra del deseo y otra del estar cómodo. Ésta fue mi época de:
-Vanidad. “De vanidad de vanidades, que todo es vanidad”.
Y de una idea ¡tan romántica de la vida!, que nada tenía que ver con la realidad...



Aquel 20 de noviembre del 63...
“Aunque ya nada pueda
devolver el esplendor a la hierba,
ni la gloria a las flores:
la belleza subsiste en el recuerdo.”
Profesora: ¿Alguien puede explicarme qué quiso decir el poeta en estos versos?
Alumna: Pues, que de jóvenes se ven las cosas con los ojos del ideal de la juventud, y que...
-Cuando nos hacemos mayores, tenemos que resignarnos a olvidar...
Y la protagonista de la película pide permiso para salir de clase, llorando amargamente.
Ésta película basada en una novela de Elia Kazán, Esplendor en la hierba, la vi el 20 de noviembre de 1963. No se me olvidará nunca porque al salir del cine fuimos al Casino, y estaban dando la noticia del asesinato de Kennedy. Es más..., recuerdo como termina.
Warren Wity dice a la pregunta de Natalie Wod:
-Ya no pienso en la felicidad
Y ella recuerda...
La voz en off...
Aunque ya nada pueda devolver el esplendor a la hierba, ni el aroma a las flores, la belleza subsiste en el recuerdo.

viernes, 2 de noviembre de 2012

1957: Marga y Blu de viaje a Roma con el colegio




Pero antes en 1957, ya habíamos ido nosotras al extranjero con el Colegio. En la primavera, pasamos la Semana de Pascua en Italia. Descubrimos lo importante que, la Pascua era allí. El viaje duró quince días. Salimos del Colegio en un autobús lleno de alumnas y antiguas alumnas, con alguna madre... La de Coco, por ejemplo. Sor Raquel no calculaba bien los Km.
Al llegar al puente de Laredo, (al antiguo), avisó a todas:
-¡Ya estamos en Francia...!

Llevábamos a sor Juana, la cocinera. También venía sor Carmen, la superiora. Iban sentadas en los primeros asientos. Nosotras en el último. En cuanto veíamos que las tocas navegaban, sacábamos los pitillos y a fumar.
Inventamos “el cebo”. Era un liguero mío, comprado en Francia, blanco y con puntillas - de pitiflú - lo sacábamos por la ventanilla cuando venían coches con chicos.
En Génova, ya empezamos a hablar con unos, nos acercaron al puerto. A ver los barcos, creíamos. ¡Qué va, querían darnos un “bacho”!.
Llegamos a Pisa a las tres de la mañana y el alojamiento coincidió enfrente de un cuartel. Bajó la primera la señorita Rosarito, y nos pareció que algún soldado la abrazaba. Enseguida corrimos la voz:
-¡Los italianos son terribles, han abrazado a la señorita Rosarito! El gran escándalo. Todas corriendo.
Coco perdió las gafas, y no hacía más que repetir:
-¡Qué me quedo sin ver Roma!
Nada más llegar nos dio una habitación, y nos dijeron que no abriéramos a nadie. Aseguramos la puerta arrimando muebles y sillas. La cena consistió en unas avellanas, y un traguito de coñac que llevaba alguien, en una botellita de esas de las ferias.
En una de las paradas durante el viaje, entonces no había áreas de servicio, nos dieron tiempo libre. Marga y otra que no venían. Cuando lo hicieron, después de mucho, ¡menudas tortas que las dio sor Raquel! Habían estado visitando el barrio chino. Las tortas fueron por la espera, de lo “otro” no se enteraron.
Al pasar por Montecarlo, sor Raquel quiso entrar en El Casino:
-¡Donde se arruinó el que pudo haber sido mi suegro!
-¿Está usted loca? Le dijo sor Carmen. Y no sabemos lo que pasó al final, porque a Marga le pareció que sería un recuerdo estupendo hacer pis en los jardines. Así lo hicimos. También era de madrugada.
En Venecia pensamos que era mejor dejar el paseo en góndola para el viaje de novios, así que lo hicimos en el vaporetto.
En Florencia compré un gatito de rafia de color naranja que por ahí debe andar. Mamá lo conserva todo. Con su historia. Excuso decir lo que es limpiar las copas del bar con ella: “esta era de “Los Iñigo”, que vivían en El Muelle, lo mejor de Santander… ¡Sin “pedigrí”, mamá por favor, que nos van a dar las uvas!
Trajimos los clásicos conjuntos de lana fina. Un bolso, y pañuelos multitud de pañuelos, que entonces además se llevaban en la cabeza, pero anudados sobre la barbilla, como para disimular la papada.
La madre de Coco, compró unas codornices de plata para la mesa del comedor, que también estaban muy de moda.
Yo llevaba dinero para dos encargos. Comprar unos tapices del mismo autor que había otros en casa: Da Pío Ricci. Y una botella de: Quianti Bertoli. No hice ninguno. Nos gastamos bastante comiendo pasteles ya en Roma: En Motta.
Visitamos el Coliseo, con una cola de moscones detrás. Sor Raquel dijo que los provocábamos nosotras, y se volvió hacia ellos, para echarlos. ¡Se la encararon! Toda colorada nos mandó al autobús. Y nos fuimos, ella incluida, a todo correr. Al llegar me habían robado el impermeable amarillo y otras cosas.
No vimos Moisés, ni la tumba de Alfonso XIII... Marga dijo del primero que estaba vestido de marinero. Así que cuando después he viajado con niñas por Europa, y me hacían lo mismo: ¡me daba una risa!
Al salir de Roma se nos estropeó el autobús, y pasamos la noche en la carretera. Hicimos hasta la colada al día siguiente. Pasaban los romanos saludándonos: ¡Bonna Pascua!
-¡Bonna Pascua!... Seguimos viaje.
__________________________
[1] Entonces pude aprender que tener dinero no importa nada, que para vivir hacen falta muy pocas cosas, y que los guisantes son fenomenales como decía al principio. Ojala las personas llegásemos a ser como guisantes...

jueves, 1 de noviembre de 2012

-¡Coquito, mi amor, con la cantidad de pesos que gastamos en tu educasión!


 En todas las familias hay frases que se repiten con sentido del humor. yo las llamo: Frases institucionalizadas. Las nuestras eran tres, que se repitieron sobre todo en mi adolescencia.
 La primera fue: Rústica aldeana. Pasé una fase tonta, tontísima de tontería. Tal, que mi padre me decía:
-“Oiga rústica aldeana...,”
Era el comienzo de la siguiente anécdota que él nos contó.
Cerca de Torrelavega, vivían dos maestras de pueblo muy cursis. Los jueves solían venir al mercado. Y en vez de preguntar a la paisana:
-¿A cómo están los huevos? Le decían:
-“Oiga rústica aldeana, ¿podría usted decirme, a cómo se cotiza el producto de la esposa del gallo?”

La segunda: O Conde..., o nada
Otra simpática pareja que no conocí, a la hora de casarse tenían altas aspiraciones.
-Yo me casare con un Conde, o nada.
Y se quedaron solteras.
Después, las llamaron para siempre, las condenadas.

Y la tercera ésta: ¡Coquito mi amor!
Aquel verano llegó de México Coco Valenzuela Arce, la prima de Rosy.
Sus padres la enviaron porque quería meterse monja. ¡Y era verdad! Chico con el que salía, chico al que llevaba a rezar el Rosario a la Iglesia.
Nosotras, ¡la verdad, eso no lo hacíamos, nos hubiera parecido..., no se..., rarísimo! Pero ella era diferente. Para empezar guapísima, más bien de cine. Hacía todas las obras de caridad que podía. Visitaba a los enfermos..., así era Coco.
En una ocasión se puso muy enfermo Paquito Martínez Toledano.
Fue a verle a su casa. Le preguntó qué cosa sería lo que más ilusión le hiciera. Dijo que una bicicleta. Coco, pidió dinero a su tío Casto: ¡Y se la llevó!
Pasaron los años. Ya estaba Curra en cama. Lourdes, su hija pequeña y necesitó ayuda. Entró a trabajar Pepi, -hermana de Paquito-:
Le contó esta historia, y, le dio la foto de Coco, que siempre tuvo Paquito en su habitación, hasta que murió de un cáncer de colon a los 17 años.
El nombre, como ves, nada tiene que ver con, cómo era.
Dulce, rubia..., preciosa. ¡De película!
Estuvo un tiempo en Madrid, estudiando en Montelar.
Ya entonces valoraba la seguridad callejera de España. Nos contaba que en México, iban a todos los sitios en carro. Si sacabas la mano para girar; te robaban las sortijas.

El caso es que una mañana estábamos tomando el aperitivo en casa de Curra, la madre de Rosy, porque era su santo. Había venido también su madre.
Coco, y los más jóvenes estábamos al fondo del precioso salón de damasco en tonos gris perla. Coco le dijo a Toñi, su primo:
-¡Toñi, pasa... La bandeja...! (...), O, una frase parecida, -que no me acuerdo-.
Entonces su madre lo encontró brusco, o algo así,  y dijo:
-¡"Coquito, mi amor, con la cantidad de pesos que gastamos en tu educasión"!
Otra frasecita que se institucionalizó en casa. Cada vez que me ponía “finísima”, papá me hacía burla:
-“Coquito, mi amor”..., no hacía falta acabar la frasecita...