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domingo, 4 de noviembre de 2012

¡En peligro la identidad!



¡Si salimos normales porque Dios quiere! Cuando yo me fui de casa, mi hermano Álvaro, paso a ocupar mi habitación.
Aún recuerda, 35 años después, casado, con dos hijos, alto grado en el ejército por oposición, además de Profesor Universitario; cómo mamá le metió a ocupar aquella habitación rosa que yo dejé.
Con la cabecera pintada de rayas rosas y blancas.
-Debió de inspirarse:
¡En alguna habitación del Palacio Monegasco! -dice-:
-Y (...) tus muebles: la coqueta, la cama que tenía un cabezal que parecía una peineta.
A punto estuve de perder (...) ¡Poniendo en peligro mi identidad!
Nos lo contaba anoche. 11-5-2002 en una divertidísima tertulia que tuvimos en casa de nuestra madre, después de la Primera Comunión de Inés Ávila Montes.
Estábamos:
Los Ávila, -incluida Paula-, Ingeniero de Telecomunicación, y su hermano Ángel, de 15 años. Los Berodia, con Roberto, de 14 años. Y las niñas. Patricia e Inés.
Fue una tertulia como aquellas que teníamos con los amigos de mis padres hace tantos años, y en la
que entre risas, nos trasmitieron tantas “cosas”.
Nos acostamos a la una y pico de la madrugada. Felices. Ésto es lo que nos quita la tele. Todos hemos dormido “a pata suelta”, porque después de reírse, se duerme así.

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