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sábado, 24 de noviembre de 2012

-“Cambia tú y habrá en el mundo un sinvergüenza menos”



Yo procedía de una familia burguesa, pero con 18 años me pasé al bando de los trabajadores, y allí he seguido hasta que un día la enfermedad te siega la vida.
Y he vuelto, -y no para armar la tremolina, no para morir-, ¡Paz, amo la vida!, -grito con Adriano-.
Tengo "tiempo y memoria", igual que Anguita.
Lo que no tengo es todas las respuestas.
Tener muchas preguntas denota inteligencia.
Las cosas no son nada simples.
Los dos hemos vivido en un ambiente de disciplina..., “del antiguo régimen me dicen a mí”.

Una vez, mi amiga "la artista", me encargó:
-Traemé todos los pollitos que encuentres en "TODO A CIEN".
-Le llevé todos.
Una bolsa de las de basura negras llena. Como cien...
Al verlo me dijo a carcajada limpia:
-¡Qué barbaridad, cien pollitos para el árbol!
¡No me dí cuenta de que tú eres "del antiguo régimen"!... O sea, de cuando se "obedecía al pie de la letra"...
Mi padre no era militar, pero había sido movilizado para hacer la guerra con veinte años.
Y la Guerra Civil estaba demasiado cerca de 1943. Había en mi casa cierto ambiente de disciplina militar, -con las virtudes que adornan ese cuerpo-.

Pienso que:
No soy política, ni fanática que nada.
Me pone mala que haya quien ve la vida por un canuto.
De un lado o del otro, pero por un canuto .
No me interesa el paletismo.
No me interesa la mentalidad de boina enroscada.
Yo no me encontré nunca con el partido comunista.
En 1962, perdí un curso en el colegio y repetí.
En 1963 me pongo a trabajar porque me interesa tener dinero, y porque me aburro sin nada que hacer.
Me pongo a trabajar con hijos de Guardias Civiles.
Niños de caseríos analfabetos, y otros de profesiones liberales.
No veo hambre.
Veo limpieza.
Veo agradecimiento.
Veo cariño.
Mis amigas se pegan la vida padre en sus costumbres burguesas.
Me uno a ellas en todo lo que quiero.
No trato a compañeros de profesión. No es mi idea hacer oposiciones y alfabetizar un pueblo.
Me fijo sin embargo en lo perdida que está la burguesía.
En lo perdida que estoy yo misma. Tan lejos de los problemas del mundo.
Sólo tengo un punto de apoyo: Mi clara vocación pedagógica.
Mi adición al trabajo.
Me apoyo en él.
Me marcho de casa, y me borro el apellido: pasan cuarenta años.
No llego a ser Alcalde de Córdoba.
Ni Secretario General del Partido Comunista de España.
Ni Coordinador General de Izquierda Unida.
Ni diputado andaluz y diputado nacional.
Yo no llego a nada de eso, no pasó de ser un número. ¡Ojalá de los 144.000 señalados!
He luchado desde entonces por la libertad. Por la libertad..., ¡de verdad!
"Si me amais, conocereis la verdad, y la verdad os hará libres", (San Juan 8, 31-32)
Yo también encontré una puerta después de aquellos años de tantas preguntas, me llegó la respuesta:
Alguien me dijo:
-“Cambia tú y habrá en el mundo un sinvergüenza menos.”
Y aquí estoy. Del mundo no he cambiado nada, porque entre otras cosas no se puede.
He cambiado yo. Intento seguir cambiando yo...

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