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martes, 26 de marzo de 2013

El Patronato del club Roca


En el mantenimiento del Roca nos ayudaban las señoras.


Malen de Parra, la llamábamos Malen Parra. En aquella época todas se llamaban con el apellido del marido, lo digo para no confundirnos con sus respectivas hijas. Consuelo Caldés, Charo Montejo, Mary Carmen Gª Vinuesa..., y otras muchas de las que tengo la cara, pero hace de ésto hace 43 años y necesitaría, un fichero, unas fotos para escribirlo más completo.
“Estoy a capella”.

Nos ayudaban -decía- por ejemplo trayéndonos el dinero del alquiler.

Lo pedían a sus amigas y conocidas; de esta manera pasaban a ser cooperadoras en esta labor apostólica y en la Prelatura. Organizaban eventos, -como la exposición de pintura de Ana Garnica-, y todo lo que se les ocurría: Cursos de retiro en el club, haciendo ellas la comida...


El día aciago nos habían dado en un sobre 28.000 Pts. Lo guarde en la caja, -una caja pequeñita de esas de amade casa-, hasta el día siguiente, en que lo ingresaríamos en el Banco. (Latino, para más señas).

Por entonces, habíamos empapelado todos los armarios por dentro con papel de florecitas.
Preciosos.
Y en dirección, colgando por dentro de la puerta, habíamos colocado un cuadro con llaves, muchas, -cada cual con su nombre y su cartelita-, también la de la caja.
Nos lo robaron.
Todo estaba perfecto, al día siguiente, cuando fuimos a trabajar, pero faltaba el sobre.
No, no supimos quién fue.

jueves, 7 de marzo de 2013

Rosas de pitiminí




El gran amigo Paco Gogó, siempre que nos ve, viene a saludarnos a mamá y a mí. Un día nos dijo:
-¿Y cómo estáis?
-Como dos rosas. Dije yo.
-¿De pitiminí?

Es un simpático. Acaba de cerrar el club que tuvo desde no sé…, lo conocí en 1963. Cuando le encontré después de 36 años sin vernos, y le pregunté qué hacía:
-¡Dar de beber al sediento! Obras de Misericordia, ¡Cómo siempre!

Tú ya sabes que son 14.
Siete espirituales y siete corporales:

Enseñar al que no sabe.
Dar buen consejo a quien lo necesita.
Corregir al que hierra.
Dar de comer al hambriento.
Dar de beber al sediento.
Dar posada al peregrino.
Vestir al desnudo.

¡Qué bueno si todos los modistos fueran cristianos! Y todos nosotros también…, mejores.

martes, 5 de marzo de 2013

El Cristo de Tor Vergata




Tor Vergata se encuentra a las afueras de Roma, apartada de todo el caos que reina en la ciudad y situada en la “campagna”, en mitad del campo.
Desde hace algunos días ya se puede ver en el área del sudeste del campus de Tor Vergata, pero será todavía más bonito verla los días 19 y 20 de agosto, cuando la amplia zona estará repleta de miles de jóvenes.
El gran Cristo de – 6,10 metros de altura por 4,40 de ancho, peso total de 2000 kilos – diseñado por el escultor Stefano Pierotti de Pietrasanta y realizado por la Fundición Hermanos Da Prato de la misma ciudad.
La escultura representa un Cristo herido desde hace dos mil años por las violencias e infidelidades del corazón humano y que al mismo tiempo resucita, un Cristo traspasado por la maldad de los hombres y al mismo tiempo atravesado por un rayo de luz divina que penetra en la herida del costado.
-“La idea la rumiaba dentro desde hace algunos años, -explica el artista-, pero el empujón decisivo para realizar el primer modelo de la escultura y los sucesivos retoques lo tuve el último verano, pensando en el Jubileo del dos mil”. 
La escultura, en su versión original, estuvo expuesta en la catedral de Pietrasanta. Algunos organizadores de la Jornada mundial de la Juventud apreciaron su fuerza expresiva, y la eligieron como símbolo para la gran Cruz en el Campus Universitario de Tor Vergata, reproducida en grandes dimensiones y terminada poco antes (el 4 de agosto) del acontecimiento romano. Se puede admirar desde la gran estructura de tubos de acero que representa una puerta de ingreso en el área. La puerta del perdón.


¡Ver este espectáculo es de morirse!

Con 200 niñas entre los 14 y los 20 años a Roma en el Julileo del año 2000


Mariafer, Rosa, Laura, Irene, Pati, y Carmen en la primera parada que hicimos
 ¡Impresionante!

Sí, -para mí que hacía ya unos años que estaba jubilada-, aquel despliegue de juventud, en pleno verano, fue muy muy impresionante, y así todo el viaje: De sorpresa en sorpresa.
Fue un verano muy caluroso, tanto que al llegar a Roma, el santo Padre había encargado a los bomberos que nos fueran regando con sus mangueras.
Para que os hagáis idea, nos mojábamos de pies a cabeza, y haciendo cola para entrar en San Pedro estábamos secas hasta las playeras. 
El viaje duró desde el 14 al 20 de agosto. Fuimos y volvimos en autobuses, y dormimos al raso en Roma, pero no quiero adelantar acontecimientos... 
Al llegar a Italia, - serían las tres de la tarde, comimos y nos repartieron las habitaciones. Dormimos en Venecia dos noches, en un colegio de Los Salesianos.
Nos dieron tiempo de descanso y arreglo personal.
Toda la tarde iba a estar confesando el sacerdote, y a las 8 Misa.
Salí emocionada de lo primero que rezamos juntas: La Visita al Santísimo. ¡Con doscientas niñas! Se lo dije a la "capo di grupo", -que era Teresa-.
-¡Ver este espectáculo es de morirse!
Me contestó:
-¡Reza, porque muchas tienen la vocación planteada!
Subí a la habitación, -me tocó con Paula, una profesora de literatura estupenda, que viajaba con su sobrina-,  me di un duchazo y me dormí, -tenía entonces 55 años-.
Hay cosas hay que verlas, no basta con que te las cuenten, -como Santo Tomás-, "ver, para creer". Ver aquello, y aún recordarlo ahora, me llena de agradecimiento a Dios, de alegría. Bien decía Ovidio, -que vete tú a saber si era él quien lo decía-, que "recordar es volver a vivir".

lunes, 4 de marzo de 2013

20 de agosto del año 2000. Año de Jubileo. Roma con el Papa

 
En Tor Vergata, frente a la puerta del perdón. Allí, dormimos en sacos... ¡Genial!

Nos despertaron dos chicos franceses piropeando a la salida del sol:

-¡Se jolie!...

Isabel dijo:

-Muy "jolie"..., ¡A ver si el Papa nos va a pescar lavándonos los dientes, como en París!...

Corrimos.

Efectivamente, ya empezaba a sobre volarnos con el helicóptero.

Serían las 8. 00 de la mañana.

¡Corrimos...!... A él le hacía verdadera ilusión vernos, ¡y no era para menos la que teníamos nosotros!

Más de 2.000.000 de jóvenes... ¡Menos yo, que ya era... Pero bajita y tal..., ¡colé! 

Dos millones, que llenaban todo. El metro, las calles, los parques, colas y colas... Sin agua en los jardines...

57º, sí que los pasamos al sol. Tanto es así que nuestra "capo di grupo", con toda naturalidad, -en medio de una Santa Misa, súper recogidos todos y leyendo en el misal-, se hechó por la cabeza una botella de dos litros de agua de las que el Papa había mandado traernos por camiones.
Y siguió rezando...
¿Calor?
¡Qué más daba!





domingo, 3 de marzo de 2013

Aquella invitación a la JMJ del año 2.000 en Tor Vergata


No. No estoy en la foto, -la hice yo-.
 En agosto del año 2000, me encontraba en Tordesillas haciendo unos de esos cursos internacionales que tanto me chiflan. Casi al final vino a vernos un sacerdote amigo, marchoso, acostumbrado a estar siempre en la brecha apostólica con gente joven.
Las asistentes al curso ya hacía tiempo que habíamos pasado de los 20 años..., pero él nos preguntó:

-¿A cuántas niñas vaís a llevar a la JMJ?

Juan Pablo II estaba ya muy enfermo y se preveía que igual iba a ser la última jornada con él. ¡A mí, me empezó a entrar un hormiguillo...!
Y la cosa se agrabó, cuando al marcharse, dice esta frase, -en plan castizo-, que aún recuerdo literalmente:

-¡La que no vaya a Roma con niñas este año, ya se puede estar tirando de los pelos por toda la eternidad!
Lo peor es lanzarme un reto.

Al volver a Cantabria me puse a pensar y a invitar cuanta jovencita conocía. ¡A catorce tuve que invitar!, pero al final salió una sobrina nieta de mi madre, y una amiga suya de también catorce años, -a las que por supuesto, no conocíamos ni ella ni yo-. (Prueba palpable de que Dios "desea" que hagamos todo lo que podamos por su causa; que después ya Él remata con lo que quiere).

viernes, 1 de marzo de 2013

Los pantalones eran de montar


Con Mª Jesús Blu pidiendo bajarse. Detrás de la grupa Maribel Marco.
En el último pueblo de la provincia de Valencia.


Mira..., me preparé, que no veas para esa excursión: Los pantalones eran de montar, -me los dejó Asunta Moreno, que tendría 12 años-, los botos se los pedí ese año a los Reyes, igual que el gorro escocés y la bufanda. Que por cierto también tenía bolso y guantes, y pendientitos de coral, porque dijo Maruja Sendra, que no pedía más que porquerías a los Reyes, y me los compró...
¡Bueno!, que me hice hasta una especie de polainas escocesas para encima de las botas, que era encargada de 3º de EGB ese año, ¡y me daban unas pataditas las Belenes Fernández-Crehuet and company, cuando iba corrigiendo entre las mesas!...
¡Claro que al final tuve que teñir las botas de piel clarita, de negro, ¡que me horroriza el calzado negro y nunca tenía!
Y don Óscar que: ¡¡¡qué hacía yo de encargada de 3º!!!
En fín que fue un año...

Eso es paisaje, ¡nada importante!...

Solamente hay una cosa importante en la vida: saber para qué estás hecha, para qué vales, para qué estás en el mundo, para qué naciste, para hacer qué..., es lo primero.
Yo me lo pregunto: ¿Yo para qué nací?
Y ahora, a los 69 que voy a cumplir este mes, ya todo es muy fácil... Acerté en lo que soy, al decir sí a la opción que se me planteaba.

Porque estoy hecha para la vida que he vivido. La que vivo. Nací para ser de Dios. Para tomarme a Dios en serio. Aunque le dije que sí, sin saber exactamente lo que era...
Para ésto me dio Dios las cualidades que tengo, casada no me hubieran hecho falta. Y los defectos, contra los que lucharé con su gracia hasta mi muerte...
Tenía 22 años y ya estaba bien aburrida de esmóquines y fiestas, y "novios" que solamente me hacían ilusión al principio...

Mi vocación humana era la enseñanza, aunque cuando mi padre me planteó estudiar magisterio, pensé: ¡Qué paletada!
Dando clase desde los 18 años, he sido muy feliz, -aunque creo que lo importante era mi vida centrada-. En Dios, sin saber tampoco muy bien quien era, pero fiándome de los acompañamientos espirituales, -que fueron muy buenos-. 
Te estoy abriendo mi corazón.
Cuando volví para acompañar a mi madre en 1991, ya venía enferma, circunstancia que no me permite muchas cosas, pero que me permite aceptar la voluntad de Dios.
¡Y ahí está la cuestión!

Pocas cosas hay que planear o pensar o decidir en la vida. Se te da todo hecho, tú solo tienes que decir: Si. O no. ¡Si aciertas..., serás feliz!
Ese es el resumen: Cumplir la voluntad que Dios tiene para ti. Nada más. Soltera o casada. Trabajando o en el paro.
Eso es paisaje, ¡nada importante!...