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domingo, 24 de febrero de 2013

“Enséñale a navegar” Una historia..., educativa



Fue en la década de los sesenta cuando mi hermano Josemari nos habló a Blancamelia y a mí de una iniciativa de un grupo de padres de familia que habían puesto en marcha unos colegios con un estilo nuevo. Josemari conocía a don Vicente Picó, uno de los fundadores, y le habló de nosotras. Recibimos una llamada telefónica de María del Carmen Solance invitándonos a conocer el Colegio Montealto. Aún no se había construido, pero había empezado a funcionar en aulas prefabricadas en un área de 35.000 metros cuadrados en Mirasierra, una zona nueva de Madrid . Al día siguiente a las 8 de la mañana pasaron a recogernos María del Carmen Solance y Fali Cuenca y visitamos Montealto. Nos parecieron todas muy simpáticas porque nos hicieron mucho caso. Conocimos a la directora del colegio Charo Araneta, a la secretaria, Ana Rueda y a varias profesoras, Amparo Valenzuela, Trini Rodríguez, y Pili Martín Lobo.
Don Tomás Alvira era un prestigioso pedagogo español, director del Instituto Ramiro de Maeztu en Madrid. También él era uno de los fundadores de Fomento y deseaba conocernos. Fue entonces cuando acudimos a la calle Jorge Juan 32 , al tercer piso, donde funcionaba la sede central de Fomento de Centros de Enseñanza, en Madrid. Esa primera conversación giró alrededor de un tema monográfico: el protagonismo que debían que asumir los padres en la educación de sus hijos, y por consiguiente en la vida del colegio. Indudablemente era su tema y lo conocía muy bien. A mí me llamó la atención el discurso porque me resultaba familiar: Mi padre había sido Presidente de la Asociación de Padres de Familia del colegio durante muchos años, todos los que estuvimos sus tres hijas en el colegio, pues era de la idea de que es tarea de los padres educar a sus hijos. Pero las palabras de don Tomás nos llamaron la atención porque eran convincentes, sabía entusiasmar y abrir horizontes. Nos presentaba un panorama especialmente atractivos y nos invitaba a trabajar en ese proyecto que recién se iniciaba y que supondría un esfuerzo conjunto de muchos padres y de un buen número de profesores. Repetía la misma frase con fuerza: ¡Vale la pena! Y si algo vale la pena hay que hacerlo bien.
Su entusiasmo era contagioso. No trataba de apremiarnos, ni de deslumbrarnos, pero necesitaba una respuesta y aceptamos. Después de haber respondido afirmativamente, nos preguntamos si estaríamos preparadas para asumir una responsabilidad de esa magnitud, pero la verdad es que no lo seguimos pensando. Ya habíamos aceptado y no podíamos retroceder, pues era una cuestión de “palabra de honor”.
Nos explicó que “Fomento de Centros de Enseñanza” era una empresa cuyo objeto era la enseñanza en todos sus grados y ramas. Para cumplir esta misión se había configurado como Un Grupo educativo en el que la gestión financiera, los recursos humanos, los sistemas de información y marketing jugaban un papel clave para su desarrollo. En los primeros folletos que se difundieron para dar a conocer los colegios de Fomento que abrieron camino a muchos otros, se hablaba de cómo un grupo de padres de familia, unidos por la necesidad de resolver el problema de la educación de sus hijos pensaron en la posibilidad de crear ellos mismos los colegios . Esta visión, que era real, recogía la ocasión, y quizá explicaba un poco la amplitud y el desarrollo que tuvieron después, por la necesidad que venían a llenar, pero sería ingenuo pensar que una necesidad o muchas necesidades son suficientes para crear una comunidad de intereses capaz de poner en marcha una institución como Fomento de Centros de Enseñanza, en donde la familia y el colegio eran promotores de una educación personalizada . Era un estilo completamente nuevo, pero había que saber explicar la diferencia a muchas familias y nos lanzamos a ello sin saber muy bien cómo, a veces partiendo de lo que no éramos. Fomento no era una Sociedad Empresarial porque no tenía fines de lucro, y tampoco era una cooperativa.
Entonces, ¿qué era Fomento?... Era una Empresa que en su estructura tenía aspectos de Fundación y aspectos Cooperativos. Feisa era una Federación de Entidades Inmobiliarias que se encargó de construir los edificios escolares para después arrendarlos. Se financiaban mediante la suscripción de acciones por los padres de los alumnos y otras personas o entidades ilusionadas por esta labor y con la ayuda de créditos que concedía el Ministerio de Educación y Ciencia. Se veía claro que una vez que hubiera cinco, seis colegios, el que viniese después contaría con el respaldo económico de una sociedad donde había invertidas cantidades importantes en inmuebles, que podrían servir de apoyo a las nuevas inversiones. Esto, que en el aspecto financiero se veía tan claro, todavía era más evidente en el aspecto pedagógico: con colegios aislados difícilmente podíamos pensar en que hubiese una Escuela de Formación del Profesorado , un Servicio de Estudios y Orientación Pedagógica, ni en salir a otros países.
A la vez, era necesario atender labores muy diversas: la construcción de un edificio es una cosa muy distinta de la organización pedagógica de un colegio, y conseguir unos sistemas de seguros escolares para garantizar que aunque falleciese el padre de unos alumnos pudiesen sus hijos continuar en el colegio, exigía unas técnicas financieras distintas. Así, junto a la idea básica de que la unión hace la fuerza, se puso un eslogan, que era que la especialización da eficacia. Entonces, con esa doble idea, unidad y especialización, se crearon una serie de sociedades: Fue importante, desde el comienzo la labor de asesoramiento a los distintos grupos promotores...
Autora: Marga Monforte

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