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sábado, 22 de septiembre de 2012

Baltasar


Baltasar era mozo de recados en la tienda, pero también trabajaba en la huerta. Plantaba patatas. Las conozco muy bien. Echan unas flores pequeñas, blancas y amarillas, y sus escarabajos tienen rayas amarillas y negras en los élitros. Y guisantes.
A mí una vez no me encontraban:
-¡Blancameliaaa dónde estásss!
-¡Aquíiii, comiendo "jjjisantesss"! No se me veía. O sea, que medio metro debía de medir. Menos que mi sobrino Álvaro al nacer.

Venía Baltasar de Los Corrales de Buelna en bicicleta.
Se ponía una pinza en el bajo de los pantalones para no tropezarse sería, o para no estropearlos, o para las dos cosas. Traía una fiambrera de aluminio amarrada al soporte de la rueda de atrás, con la comida. Y a nosotros nos encantaban sus patatas: -lo que es el vicio-, decía la abuela Visi.¡Qué a todo le llamaba vicio!...
Unas patatas fritas desde las seis de la mañana o quién sabe. Y se las comíamos. A él parece que le gustaba.
Mamá dice que luego, le daban de comer caliente. Lo que no le gustaba nada, era que cuando segaba con el dalle, nos pusiéramos detrás. Esa cosa de los niños, y los mayores, de estar siempre en el medio. Y esa poca paciencia de quién no es, niño ni viejo -necesitado-, que va a lo suyo, a toda mecha.

1 comentario:

  1. 1948: María, -arreglada por mamá-, y Baltasar, con Ignacio y Blu
    Blu

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