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jueves, 6 de septiembre de 2012

Final de mi carta a Anguita: La enfermedad nos deforma.


La enfermedad nos deforma.


A tí no.
Cada vez que mi madre, de 88 años-, te ve, -te veía-, en televisión dice:
-Se parece a Jesús.
-¿Qué Jesús?
-Dios
Yo soy deforme.
Con la cabeza..., he perdido toda la belleza exterior, -que era mucha, vease la foto en la que tengo 18 años, cuando me parecía a Natalie Wod, je..., je, -decía Daniel-.

En una mujer parece que es lo más importante.
Con 68 años largos...¡A la talla 50, midiendo lo mismo que a los 18 en la talla 34!
Y...
No tengo nada que preguntarle a Dios porque el sufrimiento constante me hace estar en la Cruz.
Estar en la Cruz es identificarse con Jesucristo, y estar con Cristo es encontrar la felicidad. Y te digo ésto porque sé que lo entiendes.
Y porque lo único que se puede cambiar del mundo es uno mismo.
Por pensador leal a su ideología, por coherente: Gracias...
¡Aunque no te quieras bajar del burro, sin infarto, o con infarto!

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