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jueves, 23 de agosto de 2012

1970 Madrid: MIS COMIENZOS EN EL ROCA

De izquierda a deredecha. Mani, Any, Gema, Ana Garnica, y Pily. Detrás Charo Montejo y Mary Carmen.
Blu, -la chiquita de blusa blanca primera a la derecha-, con las señoras del Patronato, y algunas preceptoras el día que Ana Garnica trajo su colección de cuadros para exponer.


El Roca era y es un club de formación cristiana de niñas bachilleres, en el tiempo libre.
Comenzó en un chalecito de la calla Nervión. En la colonia del Viso. En Madrid. El Consejo de dirección lo formaban: Juany Turón, Pili Gon, y Viky Bonet. Dejaron el club y se trasladaron a Jarama. Allí quedó el centro de sr con las niñas mayores, y las pequeñas se fueron a Tambre como club. Llamamos centro de San Rafael a los lugares donde se trabaja apostólicamente con la gente joven, y a él se le encomiendan. En la calle Tambre nos albergó “medio” chalet que ya teníamos pues cuando se cerró Plaza de Castilla de labor con empleadas del hogar se vinieron aquí con Mila López Nebot, - ya murió-, (me lo contó ella misma).
Tenía un terrenito por la parte de atrás, y un jardín pequeñito por delante, con geranios en los polletes de las escaleras de dos tramos.
Aprovechamos los dos pisos, el sótano, y la guardilla. Con el paso del tiempo alquilamos el otro medio chalet y nos quedó fantástico.

Bien, yo llegué del Colegio Mayor Zurbarán a vivir a Jarama, el 1 de septiembre de 1970, -vamos a poner-, con el encargo de trabajar en el Roca. Empecé realmente sola. Trabajaba en Montealto. Colegio de Fomento. Pero, ya el 7 de octubre lo dejé definitivamente. Realmente no sé por donde empecé. Recuerdo que había ocho niñas. Que sabían hacer cosas con barro, iban a círculo (medio de formación que consiste en escuchar un breve comentario del Evangelio del día, práctico, una charla de virtudes humanas casi siempre unas preguntas de examen de conciencia y, después de una pequeña tertulia recoger en una bolsa dinero para llevar algo a los pobres y comprar flores a la Virgen los sábados). Y..., querían muchísimo todo lo de la Obra.

Una de ellas es Lily del Castillo y su amiga María. Hoy las dos de la Prelatura. Casadas y demás. Cuando hacíamos excursiones se sentaban detrás de nosotras y con la guitarra interpretaban canciones (de amor humano a lo divino) para ayudarnos a hacer la oración. El caso es que allí me fui: Manche Gª Atance tenía 16 años y acababa de pedir la admisión como numeraria. Después, pasó un montón de años en África.
Heredé también un club de periodismo que debía funcionar muy bien, al menos las fotos que recogí eran buenísimas. Allí están: Pili Urbano con Karina, con Rocío Durcal...etc.

Empezamos por limpiar. Vinieron a ayudarnos dos señoras, una de las cuales, -Josefa-, se quedó a trabajar hasta que me fui. Más tarde nos trajo a su consuegra Ramona. Realmente fueron una institución. Por la mañana limpiaban, -al principio nosotras con ellas-, cera a todo el suelo, enceradora, "Pronto" para el polvo... Por la tarde cambiaban el uniforme rosa por el azul marino con delantal blanco, y a recepción.
Allí Ramona me hacía hasta la ropa, abría la puerta, cogía el teléfono, anotaba las niñas que llegaban incluso con la hora... Pero..., estoy adelantando acontecimientos.

Conchita Bollaín nos seguía muy de cerca desde la delegación. Creo que su primera sugerencia fue que hiciéramos un pequeño folleto. Lo hicimos. Y no lo cambiamos nunca. Cada año renovábamos los colores que además sólo debían tener dos tintas, -por el precio-. Muchas veces nos inspiramos en la caja de no sé que medicamento del laboratorio SANDOZ. Fue una cosa sencilla: un súper folio con un dibujo de globos patinados por un lado, y la descripción del club, las actividades y el horario por el otro. Pienso que el boceto ya estaba hecho cuando llegué, los colores eran: fondo azul y globos naranja. A continuación había que difundirlo.

Conchita nos mandó a una señora, Maribel del Barco que nos dejó el coche. Todos los días, después de desayunar Marisa Merladet y yo lo llenábamos de folletos, y visitábamos a la superiora, jefe de estudios o a quién hubiéramos llamado previamente para concertar la visita. Una vez allí explicábamos lo que era el club Roca.
Ya para aquel entonces descubrí el tiempo libre como momento ideal de educación. Sí, sin notas de suspenso, sin miedo a castigos..., las niñas podían manifestarse tal cual eran. Y las preceptoras, -como amigas-, corregir.
Tenía entidad suficiente para ser y lo fue un:

Centro de actividades extraescolares.
(Continuará...)

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