Buscar este blog

miércoles, 29 de agosto de 2012

"Los Molinos" : Noches de emoción


Los Molinos fue un chalet que nos dejó un señor dedicado al cine. Hacía poco se le había caído un restaurante, u hotel, en Los Ángeles de San Rafael y había muerto mucha gente.

Allí también vivimos varias noches de emoción. Estaban viviendo con nosotras (con las de la convivencia), Paloma Arias y Wily. Wily de Guillermina.

Marisa Merladet con chaleco rojo, Malen Parra, y no me acuerso del nombre, pero volví a verla el año pasado en El Rincón

Paloma, hoy, es dentista sofrólogo, en Madrid.
Estaban en la Sierra de Madrid, para dar la formación a las vocaciones recientes, que veraneaban con sus familias, y debía de haber tantas, y tan lejos unas de otras, que al final del verano los zuecos de madera, -como los de las farmacias- , que llevaban, se les quedaron planos, como bailarinas.

También hay que decir que a Paloma la falda del conjunto amarillo de cocodrilo, -que se llevaba entonces abrochada tipo pañal, y que teníamos todas, cada una en un color-..., ¡la besaba! Sí..., vino como si le hubieran metido unos globos inflados por debajo de la falda.
Engordó un montón.
La cosa es que allí en Los Molinos, también estaban los hermanos de las ascritas.
Molestos porque Paloma y Wily no les hacían caso, (jóvenes..., guapas...). Empezaron una guerra.
Primero-solapada-cantándoles-al-pasar:
- “Tú, y tu indiferencia...” (Música de sevillanas)
Después directa.
Una noche en la que estábamos de tertulia en el jardín se presentaron en un coche como catorce. Con las puertas abiertas, sentados encima del capó..., y sobre todo borrachos.
Nos entró un miedo horroroso, y poco a poco nos fuímos metiendo en la casa. Paloma Arias y yo seguíamos cantando, y tocando la guitarra, como si nada.

Cuando comprobamos que todas estaban dentro cerramos persianas y puertas a cal y canto.
Allí siguieron, amenazando con hacernos tales cosas que volveríamos dobles a Madrid...
Llamamos por teléfono a la Guardia Civil. Sólo había uno; "que el compañero había salido no se donde"...
A la mañana siguiente, en la carretera había pintadas: Opus no, y tal.
Nos presentamos en el cuartel a decirle al de guardia que ¡qué le parecía si “eso” le hubiera pasado a una niña suya que estuviera de convivencia con nosotros!
Creo que como sabían quienes eran los llamaron, y los riñeron. Incluso algún padre sacudió a su hijo.

Pero lo mejor fue lo que hicieron los chicos del club Jara (que cerca estaban aunque nunca los vimos). Don Luís Funes, sacerdote numerario, que a la sazón atendía las dos actividades, se lo contó. Entonces...

Los chicos se enfadaron y decidieron proponer varios planes. Uno de ellos, fue acudir a la zona donde se reunían a tomar los refrescos.

A grandes voces, hablaron con el club Jara de Madrid pidiendo que les mandaran no sé que escopeta, munición y demás. Mandaron llamar por teléfono al más grandote que tenían.
La idea era clara. Se corrió que iba a haber gresca.

Alguno salió con un cartucho de sal disparado cómo por descuido en el pompis, pero en resumen acabó la cosa en un partido de fútbol todos juntos y para el resto del verano.
No volvimos a saber de ellos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario