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jueves, 30 de agosto de 2012

Rouvray: nos fuimos con un grupo a París


A medio verano, nos fuimos con un grupo a París. Se trataba de hacer un intercambio. Luego vendrían las francesas.
Salimos de Madrid en el tren” Puerta del sol” por la noche, las once o por ahí. Llegamos a París a las ocho de la mañana. Quien no haya viajado nunca con grupos numerosos de niñas, ¡no sabe lo que se pierde! Lo primero toda la noche sin dormir. Eso es lo divertido. Y sin dejar dormir, ese es el aliciente. Llegamos a la estación y a recoger el equipaje. Pongamos cincuenta maletas. En aquellos años eran maletas, llenas de comida generalmente, a los 12 años es fundamental. Sobre todo el chocolate...
A la hora y media llegabamos a Rouvray, en transporte público, porque no éramos tantas las monitoras y preceptoras como para ir una en cada taxi.
Rouvray Residencia Internacional, en el barrio de Neuilly, es un palacete precioso de tres pisos, con tejado de pizarra las ventanas pintadas de blanco, los marcos, mejor dicho. Muy elegante, muy coqueto. Por delante tiene un jardín y bastante sitio para tertulias, juegos...
Nos adelantamos un día. No nos esperaban. Allí vivían muy poquitas numerarias, y además era la sede de la Asesoría Regional Francesa de la Prelatura.
Recuerdo que Mamen Pérez-Sierra (hermana de Sisi, de la que ya hablé) estaba en el jardín tapizando los bancos del Oratorio. Así la conocí. Ahora ya está en el Cielo.
Nos acomodaron enseguida en lo que llamaron sisí: tumbonas de playa... ¡más divertido!
Al día siguiente ya todas teníamos cama. Salimos a ver París, a tomar un helado en Lido, a ver el Museo de los Impresionistas...
Algunas habían quedado con niños... Luego, por la noche, ¡otra vez a no dormir! Una quemó su bata a juego con el camisón, porque la puso encima de la bombilla, y..., toda la noche...
Pero, lo pasamos bien. Tuvimos la suerte de una tertulia con M. Jeròme Lejèune, que comenzó en Francia la campaña: "Laissez le vivre", -dejadlos vivir, se trataba entonces de niños con Síndrome de Dawm.
Regresamos a España, y entonces vinieron las francesas, con Madelaine Renedo Klen. Como el mundo es un pañuelo, resultó que mi madre conocía a su madre, porque su tío René se casó y se quedó a vivir aquí. Ahora su mujer Juanchi, es cooperadora. Suegra de Antonio Gª-Escudero.
El caso es que ahorramos tanto dinero a base de no darles carne, que a finales de Agosto acuchillamos y barnizamos todo el piso del Roca.
Y Madelaine la pobre todo el día diciendo: ¿pero es que no hay carne en este país? ¡Qué mal!

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