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jueves, 25 de octubre de 2012

Allí viví lo de las flores

El caso es que como otro de los innumerables experimentos educativosque he vivído..., de "libertad", tuvimos que incluir en el horario escolar: "La hora libre".
En ese tiempo podán cultivar un pequeño parterre, ó coleccionar cajas de cerllas, o pintar, o..., no sé. Han pasado muchos años y de tal bobada no me acuerdo. Pero...
Un domingo por la tarde, Chuca me llamó, y bajé hasta el colegio.
Blanca Montoya, se había encontrado en el suelo del jardín, un pequeño cuaderno de una niña de mi clase...
¡Nos quedamos de piedra con lo que leímos!
Ésta es la historia:
Yo venía notando cosas raras:
-Los abrigos tirados
-Los grifos de los baños abiertos
-Abiertas también las puertas de los percheros... Cosas de orden en las que insistíamos diariamente, porque el ser cuidadoso, denota una mente odenada.
Todo aquello estaba escrito como objetivos en aquel cuadernito "secreto", que se titulaba: "El club de las destructoras". Y había más objetivos...
Para destruÍr el jardín:
-Cortar las flores, y después colocarlas otra vez en su planta como si no hubiera pasado nada.
Por último "Numerus Clausus".
Sus nombres, y una especie de norma: Nadie más, podía pertenecer a ese club.
Diez años tenían los angelitos, diez.

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