Buscar este blog

domingo, 22 de julio de 2012

Carne en calceta, "pa" quién la meta..., ¡jejeje!

Creo que por entonces papá, ya se había montado el laboratorio de fotos. Un cuarto en el que no se podía entrar. Sólo si te daba permiso porque se podía velar lo que estaba revelando. Por dentro se podía iluminar en verde, si revelaba la película, en rojo, si estaba pasando a papel. Tenía ampliadora, cubetas, líquido revelador, fijador, y guillotina de los típicos dibujitos de fotos de entonces, con onditas. Y papel mate y brillo, tendal y perchas. Total que las revelaba en casa. Tenemos cajas de fotos, algunas muy buenas…
1962: A pesar de que se tardaban tres horas de aquí a Bilbao, mis padres viajaban constantemente, y traían de todo. No le llamábamos nunca: “el comprón”, como Sisi a su cuñado, pero…
¡A mí también me encanta comprar!
El famoso “Duralex”, primero vajilla transparente, luego con onditas, más tarde de colores por los bordes, y, por último el “Vereco”, de color ámbar. Todo tuvo la misma vejera, rayado y opaco. Pero ¡las pruebas que hacía papá tirando vasos al suelo, y comprobando que no se rompían!
Mamá estaba preciosa, con una peluca que aún tiene. No se puede usar porque como es de la época de los “cardados”, ¡te hace un cabezón! Vestida de negro, con gasa turquesa al cuello, y, alpargatas de cáñamo del mismo tono. Pienso que fue entonces cuando Marga me dijo:
-”Tu madre está en estao”.
Y así fue. Yo atontada. Y como ya no esperaba nada…
Nació mi precioso hermano Álvaro. Esto, el comentario, ocurrió en la primavera de 1957, teníamos 14 años.
En aquellos años, conocimos a los tíos Pericos de Irún, vergonzantes e impresionantes. Tíos en realidad, de “Chonchos”, la novia de Katono Ruiz del Árbol. Vivían en un chalet con Juanita, la muchacha de toda la vida.
Los tres pasaban de los setenta, y eran vergonzantes, lo supe después, y no por mis padres. Cené allí una noche. La mesa del comedor preciosa, hasta con soporta-cubiertos de “bacarrá”. Juanita con delantal de organdí, y de etiqueta. Todo perfecto.
El primer plato era una sopa hecha con las bainas de los guisantes[1]. No tenían dinero. La tía Eusebi compraba una madeja de lana en Bayona, y, hacía unos chaquetines para bebés recién nacidos, que luego vendía. Me enseñó el modelo, todavía los hago igual. Conocerlos me ayudó mucho, sobre todo cuando pasaron los años...
Bayona, San Juan de luz, Hendaya, Biarriz, eran en aquellos años, sitios ideales para ver y comprar, porque aquí había poco y nada. Lo más visitado eran “Aux dames deux France”. Allí vimos a Natalia Figueroa comprando también.
Perico era Carlista. Y un caballero. No le gustabas los fritos. Decía:
-“Carne en calceta, pa quién la meta”. Piropeaba a mamá: “La mujer chiquitita es un regalo, más vale poco y bueno, que mucho y malo”.
Conocía mucha gente en la aduana, había sido Vista. Con él no había registro en el coche. Estaba prohibido traer casi de todo. Por no decir todo. O pagar. Una chaqueta de astracán la pasó mamá puesta. Cuando pisábamos tierra española, siempre cantábamos: La Marsellesa.
Conocían gente de alta alcurnia, tanto en París como en Madrid. Nos ayudaron cuando tuvimos el pleito con Angel Peña por la traída de aguas, en el chalet.
Las landas era una carretera interminable, para un coche como el seiscientos, cuya media se calculaba a 50 km. por hora. Con todo viajaron a París, muchas veces. Una vez nos llevaron a Ignacio y a mí. Fue en el verano de 1962.

Notas:
[1] María nos decía siempre:
- A ver lo que te sirves, que a ti se te llena primero el ojo que el papo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario