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sábado, 28 de julio de 2012

EL noviazgo de mis padres, 1941


El Minerva de mi abuelo en 1924, el chófer se llamaba Abel Bolado, y era de Portugalete

En medio siglo, y, más del XX, casi todos los puntos de referencia que a veces usamos pertenecen a una civilización que ya no existe: "En el sentido de las agujas de un reloj”, decíamos para explicar, a la derecha. Y ya no existen esos relojes, sino los digitales. A los que han nacido como Patricia en 1991, por ejemplo, o mis otros sobrinos: Sara, 24 años, Nacho, 22 años, Álvaro, 17 años, -cuando escribo ésto-, les faltan puntos de referencia.

Referentes

Los referentes son importantes, porque te orientan en el espacio y en el tiempo. Ahí van. Yo os cuento los hechos, pensad vosotros los por qués.

Cómo se conocieron mis padres
Un día de 1941 conoce mamá a papá, en el tren, mientras viajaban de Santander a Torrelavega. Digo viajaban, porque se tardaba una hora. Hoy, en coche, veinte minutos. En tren, media hora escasa. Los mozos de un almacén de frutas del que la abuela era socia, le habían llenado el departamento de cajas para sus primos de Reocín. Les llamaban así, pero eran amigos.
Llegó papá:
-¿Estos sitios están todos ocupados? Sí.
Y nosotros, ¿dónde nos vamos a sentar? Iba con su sobrino Rodrig, el niño precioso, hijo de su hermanastra Mª Teresa, y Rodrigo San Juan.
-No sé...
Cuando vino el revisor ya estaba papá contándoselo todo. Éste fue, el primer paso de lo que luego sería –siempre para defender sus derechos- la pedida del “Libro de reclamaciones”.
Las cajas acabaron en el furgón.
Ellos se sentaron, y al acabar casi el viaje, papá le dijo que la esperaba mañana en la puerta del Casino. Ella no dijo nada, pero pensó:

-“Espérame sentado”. Y desde luego, no fue.

Eso de que la abuela era socia de un almacen de frutas, que he dicho más adelante, fue‚ para mi gusto, el invento de los Bancos de Alimentos. Así que puedo decirlo:
Los Bancos de Alimentos los inventó mi abuela Visi. Iban ella, y, la madre de Chucha Maza, por las centrales de frutas, y, pedían que les dieran. La fruta, sin estar "pocha," estaba demasiado madura, o, con un golpe, en fin, poco presentable para la mesa, y, por tanto para la venta. Después‚ ellas la vendían a bajo precio, para macedonias...
Aún no os he contado el hambre que se pasó en España. En una ocasión un perro se llegó a comer un cinturón, de cuero dejando sólo la hebilla. Y la abuela tenía que sacar adelante a su familia, viuda, y en aquella época. Había que hacer larga cola para todo. La época era de escasez.
Un día mamá vino con el pan, pero se comió un currusco. La abuela la riñó, y, ella por miedo, dijo que se lo habían dado así. Se lo mandó devolver. Ella dijo lo mismo a la panadera. Le dio otro pan, pero le aclaró que se lo había dado entero. Le dio pena, porque debía conocer a la abuela Visi..., que ¡buena era!
Antes, -por lo que oigo-, la gente era muy buena. Mamá si que lo es.
En 1941 se quemó todo Santander. Ellos vivían en la calle de los Remedios. Tenían un piso con mansarda y la buhardilla.
Durante toda la Guerra Civil, la abuela fue muy valiente. Tenía alojados en su casa a milicianos. Y en la buhardilla dos sacerdotes. La mansarda la ocupaban sus hijos.

El incendio de 1941 en Santander

Eran las 22,30 del día 15 de Febrero de 1941, cuando el fuego empezó por un cortocircuito en el cine Coliseun, al lado de su casa. De noche, y, además soplando viento sur, ­como sopla en la bahía- que están las casas provistas de dos puertas, para salir por la de atrás precisamente esos días. Aparte de que la de delante ni se puede abrir de la fuerza con que empuja el "famoso sur". Aún hoy, dentro de las habitaciones, silba, que no te deja ni dormir, por la noche. He hecho unos rulos del tamaño de la puerta: Los llamo “caramelos”, para amortiguar un poco el silbido de nuestra casa de Santander.

En unas pocas horas 37 calles del centro de la ciudad quedaron arrasadas. Como consecuencia 400 edificios particulares quedaron destruidos. Desaparecieron unas 1.783 viviendas, y quedaron en la calle 10.000 personas, y otras 7.000 sin trabajo. Milagrosamente nadie murió, pero las pérdidas materiales sobrepasaron los 85 millones de pesetas -de entonces-.
La abuela Visi sacó lo que pudo de su casa, y, se puso a ayudar a los vecinos. Cuando volvió a por lo suyo, le habían robado todo.
Doña Elvira, les vendía la leche. Entonces era la dueña de “El Suizo”, (cafetería del Paseo Pereda en 1993 hace 10 años formamos el Grupo Promotor del Colegio Peñalabra, del que ya hablaremos), les acogió en su casa, de Carlos III.
En ella estuvieron, hasta que la abuela vino a vivir con mamá muchísimos años más tarde, tal vez en 1977. Aunque siempre estuvo yendo y viniendo, pero quedarse a vivir, fue entonces. Su casa la quitó el tío Pedro, y solo conservo un plato de su vajilla, de algún día que trajo algo de comer. A Doña Elvira la llamaban Madre, o máma.
Ese mismo año la Guardia Civil mató a “El Cariñoso” uno de los maquis más activos de la Provincia, en un portal de la calle Santa Lucía. Fue traicionado por uno de sus enlaces. El resto de la cuadrilla tenía su campo de actuación en Trasmiera, cerca de La Cavada.
El 14 de enero de 1942 fueron detenidos para comparecer en un consejo de guerra.

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