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martes, 24 de julio de 2012

Cosas del colegio y de casa

Blu va de la mano de una niña mayor, la primera de la izquierda


Pasé a Elemental con la Madre Felicidad

Aquel año me hicieron Tarsicio. Llevaba impuesta una medalla de San Tarsicio. Grande como de tres centímetros, (menos centímetros, que ayer se la vi a mamá en el rosario.) (Lo dejamos en dos cm.) Representaba al Santo, muriendo apedreado por llevar la Sagrada Comunión a los presos. Nos colgada al cuello con un cordón de color Burdeos.

Tuvimos un libro precioso que se llamaba “Lecciones de cosas”. Lo mismo te enterabas de los primeros pobladores: los Iberos y los Celtas; que de cómo se fabricaba el papel.

También teníamos mapas de Historia Sagrada. Recuerdo uno que representaba el establecimiento del Pueblo de Israel en la Tierra Prometida. Se veía a dos hombres fornidos trasportando en un palo gordo, un racimo de uvas, “del tamaño de melones”. Así que, cuando sale un frutero con fruta no habitual no lo puedo evitar:

-¡De la Tierra Prometida!

Pasé a Medio, con la Madre Patrocinio.

Me hicieron Ángel, la medalla pienso que era del Custodio. La cinta verde. Los pompones ya no eran redondos, sino como escobitas de lana verde. También se colgaban de la cintura con un cordón que ayudábamos a hacer a las Madres, en los recreos.
Cada vez había que portarse mejor.
Para salir al cuarto de baño, pedíamos:

-¿“Permiso al gabinet”?

Los niños también. Me recuerda Alejo Peña, que tenían que llevarse una rueda de madera con un agujero en el medio. ¡Más sucia! Ni queremos imaginarnos de qué.
Y cuando tocaba recreo salíamos en fila, en silencio, y, con el dedito sobre los labios para que no se nos escapase ninguna palabra antes de llegar al jardín, sólo en Párbulos.
Jugábamos al corro con la Madre, y a hacer albóndigas de tierra, solas, junto a la Virgen Blanca, del jardín, que tenía unas pocas piedras alrededor. La rodeaba un rosal de rosas amarillas, que con el clima templado de entonces, y la orientación, duraban todo el año.
Dicen que yo, algunos días no quería salir al recreo. Cuando me preguntaban:
-¿Por qué?, contestaba:
-¡Es que todas las mayorotas me soban!

Me cogían en brazos Menchu y Mariuca Salazar Irastorza2, -que entonces iba en una camilla de mimbre3, por su polio-, había mucha entonces...
Ahora ya tiene una silla eléctrica, que conduce estupendamente. Rosa Mª Díaz del Corral, Sarito, y toda aquella promoción, que tendrían 16 ó 17 años.

Mariuca salió del Colegio, en 1946. Pero, como era amiga de mamá, siempre nos tratamos. Y a su prima Luisita de León, que sabía tocar el arpa..., y que pronunciaba ¡“sándwich”!

"Coquito mi amor".

Y a mi padre le daba la risa, igual que con lo de "coquito mi amor"... Y nosotros, le imitábamos. Mamá, hacía que se molestaba, por tener una familia tan inculta...

Recuerdo muy bien que venían a veranear desde Madrid, ella y su padre: Don Manuel, todos le llamábamos tío Manolo, le encantaban los niños. Profesor Mercantil, con bigote y sombrero, cariñosísimo.

Nos enseñó a hacer pajaritas de papel mientras Luisita y mamá hablaban. Nos encantaba “mirar”, -porque, mamá decía que las cosas no se tocan-, el balancín de bronce de un reloj procedente de Cuba, en cuyos extremos se columpiaban dos negritos al dar la hora. Y esperar a ver el Cucó del otro reloj. Nuestra generación ha mirado mucho. Eso es bueno..., ya te lo explicaré.

Papá y mamá las llevaban a la playa a fiestas, a los espectáculos de la Plaza Porticada, que en aquella época era totalmente inusual.

Un día subía mamá acompañando a Doña María4 a casa:

-Oye Loli, ese que viene por ahí con pantalones vaqueros ¿Es mi hijo Juliuco?

-Yo creo que sí.

Cuando se iban a cruzar, sólo le dijo: sube a casa y cámbiate de pantalón.

Yo le recuerdo con pantalón corto. Aunque puede que, como papá a su edad, los llevara “golf”.

Mamá le parecía tan guapísima...

Sólo le dejaban ir al fútbol con papá. Y eso que entonces venía hasta la Realeza. Tengo una foto en la que están don Juan, don Gonzalo, y don Jaime, en un partido entre el Racing y la Gimnástica. De 1924

Se la mandé a su Alteza Real Don Juan-Carlos. Me contestó con una carta de agradecimiento de su parte.

Y es que:

-“Es de bien nacidos, ser agradecidos”, que decía María.


Reconozco a Mariasun Cotera, mi amiga y mi compañera de estatura, -porque siempre nos colocaban "por orden de estatura"-, así que yo nunca he visto nada a pesar de ir siempre la primera, pero me acostumbré a oír.

Y ahora:

¡Cuanto menos veo, miro mejor!

En la foto también reconozco María José Peña, Angelita Linares, Mª Dolores... La foto es del 1946.
Ni tan mal acordarme de alguien!

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2 Salía con mis padres al teatro, al cine, a la playa. Una vez se cayó, y quería volver a casa. Mamá le pregunto:
-¿Pero tú te has hecho daño?
- No.
- ¡Pues entonces, vámonos! Y se fueron. Llevaba unas muletas y unos hierros en las piernas – tipo Forrest Gamb-, y mamá nos aleccionaba en casa. No se le mira a las piernas. Tampoco podíamos mirar si había un accidente en la carretera. O, si se sospechaba que un señor estaba haciendo pis al pasar con el coche por los pueblos de Torrelavega a Santander. ¡Total, que no vimos nada!
A mí me ha servido mucho en mí vida interior. Ya venía entrenada para guardar la vista “cuando hay que hacerlo”...
3 En 1947 no había otra cosa. Ahora hay de todo, sobre todo en Alemania, me dice Manolo y Flor Benito, que tienen una ortopedia. Por los desastres de la Guerra.
4 Tenía tal corazón que más de una vez bajaba hasta la Panadería de Pilar, frente al colegio, y le decía:
Dame la ropa que te la tendemos en nuestra galería y en un momento se seca. Igual Don Julio: ese niño… ahora no puedo, pero a la vuelta paso a verle. No cobraba sus visitas médicas. Era además un gran pintor, le recuerdo con aquel lienzo enorme de “Cacería”, pinta que pinta. Ahora lo tiene Mariuca en su preciosa casa.

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